La pesca sostenible es el único modo de garantizar el futuro de nuestros mares y la seguridad alimentaria para todos. Tanto es así que en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas ya integró en 2015 la conservación y el uso sostenible de los océanos como uno de los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
La Asociación de Organizaciones de Productores —OPPs Cantábrico—, integrada por OPEGUI, OPESCAYA, OPACAN y ACERGA, comparte esta visión, teniendo claro que la pesca sostenible es el único modelo válido. Una apuesta decidida para conciliar la pesca marítima y la preservación de la vida y ecosistemas marinos, de garantizar el futuro del sector y de quienes trabajan y viven de esta actividad estratégica para la economía española.
Pero, ¿a qué nos referimos con pesca sostenible?
Este concepto hace referencia a un enfoque de responsabilidad y equilibro en la captura de peces y otros recursos pesqueros para mantener la salud y productividad de los ecosistemas marinos, al tiempo que se trabaja en reducir el impacto ambiental que genera la actividad pesquera y en preservar hábitats y biodiversidad asociada. El enfoque tiene como principio básico la finitud de los recursos marinos, exigiendo de este modo una gestión adecuada que garantice su continuidad y disponibilidad futura. Lograr un equilibro entre pesca y conservación.
Pero, vayamos por partes. Por un lado, las regulaciones e iniciativas a favor de la sostenibilidad pesquera han procurado impulsar una actividad en la que las especies objetivo sean capturadas en cantidades que permitan su reproducción y supervivencia a largo plazo. De este modo, se consensúan límites de captura y tallas mínimas para evitar la sobreexplotación y se posibilite que los peces alcancen su madurez reproductiva antes de ser capturados con una renovación continuada de las especies. Todo ello para poder hablar de poblaciones sostenibles.
Además de establecer cuotas, la pesca sostenible aboga por metodologías y proyectos innovadores que reducen la captura accidental, con la implementación, por ejemplo, de dispositivos de exclusión de otras especies, como tortugas, mamíferos marinos o aves, para reducir su impacto ambiental y proteger la biodiversidad marina. Igual de relevante es el uso de artes de pesca selectivas para mejorar la calidad y valor de las capturas, reduciendo los descartes. ¿Un ejemplo? El palangre: consiste en desplegar una línea madre horizontal con varias ramas verticales del que penden anzuelos para capturar en ellos a las especies.
13 buques de OPPs Cantábrico trabajan de este modo en aguas del Cantábrico (tres de OPEGUI, siete de OPESCAYA y tres OPACAN).
En este sentido, la actividad científica e investigadora ha jugado un papel crucial en el avance hacia una mayor sostenibilidad pesquera, así como el estudio y la declaración de nuevas áreas marinas protegidas.
Velar también por las especies protegidas, permitir a la flota su adaptación al medio marino y los cambios ambientales del mismo y lograr una gestión eficiente de las pesquerías son otros activos fundamentales para garantizar una pesca sostenible. Y además, es importante recalcar la importancia de todos aquellos proyectos encaminados a mejorar aspectos como la eficiencia energética de la flota pesquera o la digitalización de equipos y procesos para hacer de la pesca una actividad cada día más sostenible y responsable.
Tan solo un dato más para hacernos a la idea de la relevancia de mantener una práctica pesquera que apuesta por la sostenibilidad en todas sus vertientes: Según un estudio de Coherent Market Insights, el mercado mundial de los productos del mar sostenibles espera un crecimiento anual —tasa compuesta de crecimiento anual (TCAC)— por encima del 5% en el periodo 2022-2030. Y es que este mercado no ha dejado de crecer a un ritmo constante, alcanzando un valor de 13.790 millones de euros en el año 2021, un reflejo de que la apuesta por productos sostenibles es ya cosa de todos.
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